miércoles, 14 de julio de 2010

Aquí me quedo yo


Con frecuencia me sucede que llego a un sitio nuevo, por lo general pueblos, ciudades costeras o campos desiertos, y me digo a mi misma: "aquí me quedo yo". Como si no hubiese otra vida, como si yo no tuviese una vida, como si nadie me esperara, como si yo procediese de ningún sitio sólo para llegar a este nuevo sitio.
El lugar, por supuesto, debe ser lo más alejado a mi vida real para que yo quiera quedarme en él con unas ganas locas e irracionales que no se de donde salen. No es que me quiera quedar en Buenos Aires porque, oye que linda y que cultural que es, o que me quiera quedar en Nueva York porque es Nueva York o París porque es la ciudad más linda del mundo (y no acepto discusión) no, cuando he dicho "yo me quedo aquí" me he querido quedar en un pueblo pesquero cerca de Puerto Cabello o en unas montañas de los Alpes franceses donde sólo hay 10 casas y hay que buscar agua en el pozo, o en el pueblo de mis bisabuelos en la costa italiana, encajado en una montaña y con una sóla vía para llegar a él y venirse de él, y con un sólo restaurante en el que la especialidad es Carne de Caballo.
Sí, y aunque la verdad es que 1. probablemente desfallecería de hambre en el pueblo de mis abuelos porque el caballo es el animal que más amo en este mundo y no soportaría comérmelo 2.soy tan floja que si para bañarme necesitara agua del pozo probablemente pasaría la vida sucia 3. pasaría dos días felices bailando tambor y tomando agua ardiente en el pueblo pesquero y luego moriría de aburrimiento, cuando llego a ese lugar y lo veo y lo huelo y lo sueño, lo único que quiero es quedarme ahí para siempre.
Hace poco estuve en el Valle de Cochalgua (una de las zonas de vino en Chile) y en una de las viñas que visité quise quedarme ahí. Llamar a Licantro, decirle "oye sí amor nos mudamos a Colchagua te voy a buscar al aeropuerto" comprar una casita (no sé con que lata pero así son de caprichosas las fantasías) dejarlo todo y mudarme para dedicarme a escribir en una terraza y beber vino.
Y ya yo sé que esta es una fantasía común la de huir a un pueblo olvidado y empezar una vida distinta y serena, pero en verdad me asusta la intensidad de mi deseo. Si la decisión la tuviese que tomar en el momento de mi encuentro que "ese lugar" lo más probable es que no estuviese ahorita escribiendo desde Santiago sino que estaría en mi terraza de la casita en Colchagua.
Por ahora, y mientras el deseo no sea tan fuerte como para atar mis pies al suelo mágico del lugar de huida de mis sueños, me queda seguir con mi vida y esperar por un nuevo lugar.

3 comentarios:

  1. Me parece tan extraño que te parezcas tanto a mí... porque siempre que te leo, me leo a mi mismo. Un poco más femenino, claro está. ¿Será que me proyecto? Porque, te repito, piensas casi igual que yo en muchas cosas.

    En fin, saludos desde estas tierras lejanas.

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  2. Yo siempre quise quedarme en Berlín y nunca he vuelto... pero siempre he guardado la esperanza de que la vida fluirá, me llevará de vuelta y me dejará quedarme, aunque sea un rato. Probablemente contigo pase igual en Colchagua, Puerto Cabello o algún nuevo destino que aún no conoces.

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  3. Tengo muchísimo que no reviso tus blogs, y me complace enormemente encontrarme con esta joya, 100 % identificada.

    Igualmente creo que París es la ciudad más linda que he conocido :)

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